La Boda de los pequeños burgueses

Las criadas
05/01/2012

La Boda de los pequeños burgueses

De Bertolt Brecht

En la boda de los pequeños burgueses se nos presenta el banquete nupcial de unos recién casados, les acompañan sus familiares y amigos. En la inicial alegría nadie sospecha la que se les viene encima.

La boda de los pequeños burgueses es una comedia eminentemente coral. Su lenguaje es directo, sencillo, y el humor grotesco que desprende, a veces se torna ácido y otras disparatado, casi circense. Sin embargo, la aparente sencillez de esta obra encierra una delicada complejidad a la hora de representarse. La sensación que uno tiene es la de estar frente a la partitura de una efervescente composición musical para nueve instrumentos (los nueve personajes que se reúnen en la celebración de la boda). 

Para la parte artística, contamos con un equipo actoral de primera línea, arropado por Iago Pericot, maestro y figura indiscutible del teatro catalán y nacional, en el concepto espacial con un desarrollo escenográfico de Bartolomé Ruano; en el vestuario, por León Revuelta, figura clave del cine y teatro español, y en la iluminación, por José Manuel Guerra, profesional de gran calidad y trayectoria impecable. Todo ello bajo la dirección de Los Profetas (Juan Ramón Pérez, Fernando Navas y Carmelo Alcántara). 

 

La boda de los pequeños burgueses presenta al espectador un situación perfectamente reconocible: el banquete nupcial de unos recién casados. Les acompañan en la celebración sus familiares y amigos. La fiesta arranca, como todas las bodas, con una aparente alegría y felicidad, mascarada de las «buenas formas», y acaba en absoluto desastre. Los muebles de los recién casados se irán destruyendo, poco a poco, ante nuestros ojos. La voluntad carpintera del novio -que todo esté hecho por sus manos-está bien lejos de la eficacia. Brecht coloca tres parejas junto a los elegantes novios. Cada una de ellas representa un estadio relacional. 

Bertolt Brecht fundó bases de su teatro épico e la crudeza de la realidad. Y esa crudeza explora las relaciones humanas convertidas en cadenas, que un sistema impone sin fin.